El castillo alto surgió en la época de los grandes éxitos literarios de Lem como autor de ciencia ficción, pero no pertenece a este género. Es un autorretrato del escritor del tiempo de la infancia y de adolescencia, un texto indagador, exigente, pero lleno de humor, una historia sobre el nacimiento y formación de su personalidad, inteligencia e imaginación. Sobre el fondo del panorama de Lvov entre guerras, Lem se convierte a sí mismo en protagonista de una novela de instrucción y aprendizaje, tan atractiva y llena de suspenso como sus relatos fantásticos. Ya que, ¿para qué uno se adentra en las memorias de la infancia? En primer lugar, por razones sentimentales y para reconstruir un mundo pasado. Pero después, para entenderse a uno mismo, ya maduro, y para, en el centro del panorama, elevar un Castillo Alto del sentido, monumento de alianza entre los tiempos antiguos y el presente.

No es ninguna novela, esto ya lo ha dicho la crítica millones de veces. Allí no hay ni un elemento ficticio y si se puede hablar de alguna mentira, será solamente en el sentido en el cual se percibe el arte como una "bella mentira". Por ejemplo, toda esta historia con el estado burocrático de carnets y papeleo que a todos los críticos les pareció inventada, es auténtica desde el principio hasta el final, tal vez con esta única reserva de que el fondo metafísico fue añadido por un Lem adulto.

En cuanto al niño que fui en aquella época, sin duda alguna en este libro lo describí todo con máxima fidelidad, aunque entonces todavía no tenía la conciencia de que en realidad era un niño solitario, que me gustaba mi soledad, que prescindía bastante de amigos, que valoraba mis reflexiones raras por encima de la compañía de otros. Aparentemente desde el principio fui de natural solitario. Pero ya que un niño no tiene la posibilidad de hacer tal comparación, es ahora cuando veo que no fue una infancia demasiado ordinaria y habitual.