1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Votes 0.00 (0 votes)
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Votes 5.00 (4 votes)

Mortal EnginesEn cierta ocasión, el constructor Trurl fabricó una máquina que sabía hacer todas las cosas cuyo nombre empezaba con la letra ene. Cuando ya la tuvo lista, le ordenó, para probarla, que fabricara unas navajas, que las metiera en necesers de nácar y que las tirara en una nansa rodeada de neblina y llena de nenúfares, nécoras y nísperos. La máquina cumplió el encargo sin titubear, pero Trurl, todavía no del todo seguro de su funcionamiento, le dio la orden de fabricar sucesivamente nimbos, natillas, neutrones, néctares, narices, narigueras, ninfas y natrium. La máquina no supo hacer esto último y Trurl, muy disgustado, le exigió una explicación de ese fallo.

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Votes 4.74 (38 votes)

Ciberíada es una mezcla humorística de la fábula tradicional y de la literatura de ciencia ficción, con constructores haciendo de magos y con milagros que se deben únicamente a unas habilidades técnicas increíblemente desarrolladas. Pero los reyes, codiciosos, crueles y obsesionados con el poder pertenecen ya a nuestra realidad. Igual que entre nosotros, viven allí curanderos ingenuos que creen que con una idea es posible salvar al mundo y a la humanidad. En los países de robots no lo consiguen; de forma similar, dice Lem, habría sucedido en nuestra realidad, porque el mal, igual que - por suerte - el bien no se pueden erradicar del mundo. Por eso los cuentos nunca cesarán de existir.

Stanislaw Lem

EnCiberíada el paradigma tomado par excelencia de la ciencia física se combate con malicia y bromas. Esta actitud se puede apreciar bien en el relato Los dragones de la probabilidad, donde se introduce el paradigma de mecánica cuántica.

Dragones existentes, dragones probables, dragones virtuales. Son todo juegos en torno a las nociones de la física contemporánea que establece que no existe el concepto de “nada” (en el sentido del “vacío”) porque éste está lleno de partículas virtuales. Es una obra que siempre les ha encantado a los físicos teóricos. Un físico polaco tradujo, como pudo, este relato al inglés – eran años en los que todavía no se habían hecho traducciones de mis obras en Europa Occidental – solamente para enseñárselo a sus colegas de profesión en el extranjero.