Fábulas de robots es el primer intento de Lem de unir la convención de la fábula clásica con la imagen de la técnica del futuro. Son cuentos con moraleja, unas veces divertidos, otras veces sombríos, y advierten sobre todo ante el ser humano: enemigo de cada robot, aterrador debido a sus rasgos físicos y la tendencia al crimen.

Las Fábulas de Lem son una creación con muchas capas. En la superficie se limitan a un riquísimo juego literario que consiste en transformar la magia de cuentos en obras de ingeniería pero de tal forma que no se pierde ni una pizca de la comicidad creada por el choque del lenguaje de fábula con el de la ciencia y técnica. Más en el fondo, las Fábulas albergan una reflexión sobre el bien y el mal que en algunos aspectos son valores objetivos, ya que de ninguna forma se considera bueno matar, obsesionarse por el dinero y el poder, o ceder ante los sentimientos de envidia y miedo ante unos súbditos fuertemente oprimidos.

Stanislaw Lem

Fábulas de robots fueron para mí una especie de andamio que me sirvió para subir hasta el nivel desde el cual pude saltar a la escritura de Ciberíada. Esto se puede observar muy bien en orden cronológico. Al principio, empleé el esquema convencional de un cuento, y luego empecé a modificarlo de una forma cada vez más acrobática. Alguien podría decir que quería preparar al lector, no sorprenderlo demasiado, y así engancharlo cada vez más. Pero esta no era mi intención.

Cuando mi hijo tenía ocho años, le escribí un cuento. Desafortunadamente, después de leerlo lo rechazó totalmente; simplemente, no le gustó. Sin embargo leía con gran placer las fábulas no destinadas intencionalmente para niños. Por lo visto, no pertenezco a ese grupo de escritores capaces de enfocar con precisión al lector, para luego “matarlo de un tiro”, tengo que escribir lo que soy capaz de escribir en un determinado momento. Yo soy muy infantil, sin duda alguna. Siempre me han gustado los juguetes…