Edén, escrito en el año 1958, abre la época de la creación madura de Lem en el ámbito de la ciencia ficción. ¿Cuál es el motivo de que se siga leyendo con tanto interés? Por supuesto, la imaginación extraordinaria del autor que crea unas visiones sensuales y ricas de la naturaleza y cultura del planeta, dosificando a la vez hábilmente la tensión, y dejando que los misterios de Edén se descubran uno por uno, con la tensión dramática propia de cada historia real de descubrimientos. Las circunstancias políticas del planeta les habrían recordado a los lectores de los años cincuenta seguramente a Orwell, pero lo que más importa es el escepticismo en cuanto a las posibilidades de reconocimiento mutuo. Las diferencias en la tecnología utilizada hacen que los forasteros y los lugareños no puedan conocerse hasta el final.