La inclusión de rasgos del barón de Munchausen o Gulliver en el protagonista de los diarios, Ijon Tichy, no fue una estrategia literaria consciente. Mi trabajo no estuvo sujeto a ningún principio teórico. No busqué prefiguraciones, modelos ni paradigmas, igual que un río no anticipa su propio cauce. Mis obras se escribían solas, fui una especie de médium que trabajaba de forma racional, y no estaba realizando ningún plan adoptado con anterioridad.

Hay fragmentos de este libro que no se publicaron en los países del antiguo bloque soviético, pero no presté mucha atención a esta cuestión.