Creo que mientras pasaban los años, me empecé a impacientar con el trabajo lento, poco creativo y concienzudo de elaborar tramas y argumentos. Para convertir la iluminación de una idea en narración hay que derrengarse bastante, encima en categorías extra intelectuales. Era uno de los principales motivos para tomar el atajo que suponen estos libros. Intenté imitar allí varios estilos: el estilo de una reseña crítica, ponencia, conferencia, un discurso de agradecimiento (de un premio Nobel) y más en este estilo. Estas experiencias se parecen a unas cajas que colocadas una encima de otra forman una escalera; por esta escalera subí hasta la planta donde estaba Golem.
Siempre intentaba reducir al mínimo el contenido argumental. Hace mucho que me aburre la solidez del relato en el cual la "marquesa salió de casa a las cinco". Para qué cojones quiero la marquesa, su casa y la hora. Hay que decir solamente lo que importa. Me di cuenta de que fabricando las reseñas e introducciones puedo hacer en el mismo tiempo muchas más cosas que necesito como experimentos de modelo que si hubiera dedicado a cada una de ellas el esfuerzo completo, en buena medida poco creativo. Si no tuviera la conciencia de estar limitado existencialmente a unos sesenta, setenta años y de que en pocos años mi cerebro empezará a desintegrarse progresivamente, quizás me permitiría aún dedicarme a realizar de forma completa ciertos experimentos literarios. En esta situación me siento justificado ya que me apuran circunstancias independientes de mí mismo.