El castillo alto

El castillo alto

El castillo alto surgió en la época de los grandes éxitos literarios de Lem como autor de ciencia ficción, pero no pertenece a este género. Es un autorretrato del escritor del tiempo de la infancia y de adolescencia, un texto indagador, exigente, pero lleno de humor, una historia sobre el nacimiento y formación de su personalidad, inteligencia e imaginación. Sobre el fondo del panorama de Lvov entre guerras, Lem se convierte a sí mismo en protagonista de una novela de instrucción y aprendizaje, tan atractiva y llena de suspenso como sus relatos fantásticos. Ya que, ¿para qué uno se adentra en las memorias de la infancia? En primer lugar, por razones sentimentales y para reconstruir un mundo pasado. Pero después, para entenderse a uno mismo, ya maduro, y para, en el centro del panorama, elevar un Castillo Alto del sentido, monumento de alianza entre los tiempos antiguos y el presente.

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Stanislaw Lem 1921 - 2006

image Stanisław Lem es un erudito y un virtuoso de la estilización; su creación se puede calificar como la de un genio. Las obras, equipadas con un fondo científico elaborado, conducen al lector a un laberinto interminable de géneros y estilizaciones. Al igual que los héroes solitarios de Lem, sus novelas se distancian de las pasiones y preocupaciones del día a día. Testimonian un intelecto elevado muy por encima de las posibilidades del individuo; una mente a veces maliciosa, otras veces llena de humor, sorprendente, bondadosa y escéptica, que aterra al lector al tiempo que invariablemente le sirve una paradoja. Su imaginación es tan poderosa y original que el mundo creado siempre se muestra verosímil y tangible. Leed a Lem: es un gran escritor y una de las mentes más poderosas de nuestros tiempos.

"The New York Times Review of Books"

Este libro abarca un concepto que sobrepasa lo inmediato de una sátira política. Aquí nos encontramos con la totalización de la noción de intencionalidad. Este procedimiento se ha llevado a cabo con una consecuencia inalterable, a veces hasta fantasmagórica, lo que dio unos efectos sorprendentes. A mí me parece que es una cosa original y auténtica, ya que el ser humano es capaz de considerar todo lo que se encuentra en su campo de percepción como comunicado.

Convertir este principio en la clave de una estructura novelesca no me parece una mala idea, incluso en el plano filosófico. Todo el totemismo y animismo, como se sabe, y muchos otros fenómenos de este tipo en las culturas primarias, se basan en que todo el mundo puede leerse como un comunicado dirigido a sus habitantes. El hecho de que esto pueda ser aprovechado por los creadores de un determinado sistema social, y después sobrepasar los límites fijados por los dictadores políticos es bastante sintomático. A partir de este momento, todo se convierte en un mensaje. Por ejemplo, se llega a la divulgación absoluta de la teoría de la conspiración según la cual todo, incluida la lluvia, se convierte en el presagio de lo que pueda o no suceder en el ámbito de la política. Todo esto queda asimilado por los pobres ejemplares de la especie obligada a vivir en un sistema cerrado. Es lo que a mí me parece importante en este libro, y su locura – ya que es una visión bastante paranoica – se construye con suficiente intensidad y estructura. Estos son los elementos valiosos y permanentes de la obra, ya que ésta no concierne – y es de lo que me precio – a ninguna configuración frágil y fugaz de acontecimientos sociopolíticos que se desvanece y desaparece. Permite cambiar de lugar y de tiempo, y abarca, siendo una fórmula muy profunda, muchos fenómenos propios de diferentes formaciones sociales. En este libro reina además una unión muy acertada de lo fantasmagórico con el humor. A día de hoy, este sentido del humor lúgubre es para mí genius temporis y signum temporis. ¡Aún! Y no hay indicios de que esto vaya a cambiar.