Traducción: Pablo Contursi

imageWojciech Orlinski: Sus libros muestran no sólo un conocimiento y una imaginación excepcionales, sino un gran sentido del humor. Es increíble cuán poco se los analiza desde este punto de vista...

Stanislaw Lem: Yo recurría al humor por varias razones. Primero, porque algunos temas no eran apropiados para un tratamiento serio, como las cuestiones sobre genética. Los bocetos de los extraños esqueletos que dibujé en los "Diarios de las estrellas" apuntaban a que el asunto fuera menos horrible. Cuando escribí el libro no había punks, nadie usaba peinados "mohawk", los hombres jóvenes no se pintaban la cara. Y sin embargo me parecía que cuando el género humano adquiriese control sobre su propia genética podrían ocurrir cosas así de descabelladas. Y que la irresponsabilidad de los seres humanos nos llevaría a situaciones absurdas. Para presentar esas situaciones absurdas tuve que crear un trasfondo frívolo.

Por otro lado, escribí muchos de mis trabajos bajo el dominio del comunismo, y debí tener en cuenta la existencia de la censura. Por ejemplo, al escribir la historia de la primera persona congelada en "Edukacja Cyfrania" (acerca de una orquesta cuyos miembros eran comidos vivos uno a uno por un cruel Goryllium, y todos fingían no darse cuenta de nada) tuve que disimularla bajo un disfraz nada serio, y añadir la historia sobre la segunda persona congelada, cosa que no tenía significados políticos ocultos. Eso hizo que fuera más fácil publicar el cuento. Muchas veces tuve que usar esos trucos.

Si trataras de analizar mis libros de acuerdo al periodo político adecuado (la "helada" de Stalin, o el "deshielo" de Krustchev) casi con seguridad encontrarías algunas correlaciones. Aparte, siempre traté de ser lo más independiente posible. Obviamente que nunca amé el totalitarismo, y siempre me parecieron descabelladas esas ideas de felicidad para la humanidad. Yo quería exponer lo ridículas que eran. Ahí está el origen de muchas de las fallas que mis héroes cometen en sus proyectos para mejorar mundo, los cuales terminan siempre muy mal. Algunas cosas están ocultas con apodos. Malapucyus Pandemonius es Karl Marx. Gengenx de "Regreso a Entia" es Friedrich Engels. Lo interesante es que, por lo general, estas cosas no han sido reconocidas. En "La voz de su amo", que no es para nada una historia cómica, hay un agente de la CIA, Wilhelm Eeney, que supervisa a los científicos norteamericanos. Y era Janusz Wilhelmi, entonces a cargo de la cultura polaca. Nadie lo reconoció. Esos son los placeres del escritor; puede encriptar esta clase de mensajes en sus libros.

Hay, por ende, dos modalidades de mi humor: la primera es como una cobertura de camuflaje; la segunda consiste en microvenganzas que el autor puede ejercer contra la realidad circundante. Tengo que mencionar algo que no puedo comprender: aquí puedes ver un anaquel con las traducciones de mis libros al japonés. Los japoneses nunca han podido entender mi humor. Para ellos no hay nada de divertido en mis libros. Los "Diarios de las estrellas" se publicaron en Japón, pero sin el menor éxito; como si hubieran sido escritos con absoluta seriedad. Es una cultura completamente extraña a nosotros.

Por otro lado, durante la época de Stalin fui con mi esposa a Praga. No entendíamos cómo en ese sistema no puedes viajar adonde quieras y hospedarte en un hotel. Todos los hoteles estaban "ocupados". Pero en Vinohrady un recepcionista, después de informarnos que no había cuartos disponibles, reconoció mi nombre en el pasaporte y repentinamente preguntó: "¿Tú escribiste Edén? ¡Entiendo, entiendo!". Entonces nos dio la llave. Hubo casos en que los lectores extranjeros entendieron perfectamente los relatos, si vivían del mismo lado de la Cortina de Hierro.

Wojciech Jamroziak habla con Stanisław Lem


Stanislaw LemWojciech Jamroziak: Querría preguntarle sobre su biografía intelectual y sobre cómo definiría su estatus de escritor. Generalmente se le considera sobre todo como autor de relatos y novelas de ciencia ficción. Sin embargo, empezó su trayectoria literaria como poeta, escribió la original novela policíaca La investigación, la novela autobiográfica El castillo alto, una cosa universal llamada Summa Technologiae, las disertaciones Filozofia przypadku (Filosofía de la casualidad) y Fantastyka i futurologia (Literatura fantástica y futurología), un tomo de reseñas críticas de libros inexistentes...

Stanisław Lem: En principio no me interesan los problemas de clasificación como este — ¿qué tipo de escritor soy? Simplemente, igual que ninguno de nosotros a lo largo de su vida se plantea si es mamífero, pertenece al grupo de vertebrados, a tal y tal subclase, del mismo modo hago yo lo que me interesa desde hace mucho tiempo. Sin duda alguna — esta es mi opinión — mi desarrollo fue lento. Mientras escribía, aprendía cosas. La insuficiencia de lo que hacía y diferentes circunstancias de carácter puramente práctico hicieron que mis intereses se desarrollaran haciendo eses.

Me interesé por la literatura fantástica — por motivos comprensibles — y tenía curiosidad por ver cómo es este género. En los años cincuenta estuvimos apartados de la literatura occidental de este tipo. Cuando, con poca información respecto a la producción general intentaba escribir cosas, tampoco existían monografías del género. Empecé a buscar respuestas a las preguntas básicas de la teoría de la literatura que me interesaban. En aquél entonces leí y estudié a Ingarden. Tenía la sensación de que era una especie de Robinson. Como él, con pocas herramientas me tuve que abrir campo para una actividad muy sistemática, cuyo carácter desconocía. Lo que hacía no estaba planificado ni inventado de una forma especulativa con intención de lucro y, menos aún, literario.

De este modo al principio, en 1957,publiqué Dialogi (Diálogos) — una cosa sobre cibernética, la primera después del periodo en el cual aquí no se hablaba de cibernética. Era natural que me interesaran las perspectivas de su desarrollo. Después, en 1964, vino Summa Technologiae. En aquella época todavía no existía la noción de "futurología". Luego vino el asunto de la teoría de la literatura, porque es imposible escribir sobre la ciencia ficción, o sea, construir la segunda y tercera planta sin tener la cimentación y la planta baja.

¿Qué es la literatura?, ¿qué es una obra literaria? — de allí Filozofia przypadku (Filosofía de la casualidad”. Me llevó a los arrabales de la teoría de la cultura. Hace dos años publiqué Fantastyka i futurologia (Literatura fantástica y Futurología), ahora estoy preparando su segunda edición, en la cual dedico más espacio al tema de la crisis, tan discutido en la actualidad. Viéndolo desde el punto de vista sincrónico, es todo bastante caótico. Pero veo al mismo tiempo que procedí como alguien que se apodera de una casa abandonada, o de un sistema complicado de espacios, y recorriéndolos por aquí y por allá construye un todo más o menos razonable. Pero la pregunta si soy más escritor o más teórico no me la he planteado nunca porque no lleva a nada en concreto.