Los esbozos que forman este tomo son un juicio personal de Lem sobre la literatura observada unas veces desde el punto de vista de gastadas teorías de interpretación, otras veces desde el punto de vista de la práctica lectora. Lem se presenta como lector ideal: consciente de todos los trucos del taller literario, pero comprometido con la obra, exhibiendo sus gustos individuales, describiendo con pasión la aventura fascinante en la que consiste el desciframiento de los misterios de los textos y sus autores.