Stanisław Lem nació el 12 de septiembre de 1921 en Lvov, en la familia de un acomodado médico de éxito, laringólogo:

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La autobiografía De Norbert Wiener arranca así: «Yo fui un niño prodigio». Yo debería decir: «Yo fui un monstruo». Es posible que exagere un poco pero es cierto que de niño aterrorizaba a los que me rodeaban. Sólo accedía a comer si mi padre se ponía de pie sobre la mesa y abría y cerraba un paraguas, o me permitía alimentarme únicamente debajo de la mesa...


Con cinco años aprendí a escribir, pero no tenía nada importante que comunicar a través de la escritura. La primera carta que le escribí a mi padre, desde Skole, donde había ido con mi madre, fue un conciso relato de cómo yo sólito había defecado en un retrete rural que tenía un tablero con un agujero...

(Wysoki Zamek, pág. 32-33)



De niño fue de naturaleza independiente y más bien solitaria. Se caracterizaba – además del mencionado despotismo – por la inclinación hacia los experimentos, una curiosidad inquisitiva y el amor a los dulces:

ImageEl niño que era me interesa y al mismo tiempo me alarma. Cierto, asesiné sólo muñecos y gramófonos, aunque debéis recordar que era físicamente débil y temeroso de las reprimendas de los adultos. Mi padre nunca me pegó, y mi madre me dio a veces algún cachete, eso fue todo, aunque había otros medios y métodos, menos directos, desde las reprimendas hasta quedarse sin el postre. Si los crios de cuatro años de edad tuvieran la misma fuerza que sus padres, el mundo sería un lugar diferente.

(Wysoki Zamek, pág. 46)


Una de las actividades preferidas del pequeño Lem, además de desmontar todos los mecanismos hasta el último tornillo, fue el estudio de los atlas anatómicos de la biblioteca de su padre. Desde el año 1932 fue estudiante del II Instituto Público de K. S Szajnocha en Lvov; en 1939 aprobó el examen final:

Image En secundaria hice muchas cosas no por gusto sino por obligación (siguiendo las indicaciones de los adultos, aunque sin saberlo). Ya antes de la Escuela Superior, mis compañeros más sofisticados empezaron a jugar al bridge, que a mí se me daba aún peor que los verbos irregulares del latín. Nunca recordaba qué cartas tenía en la mano, ni qué apostar, ni cómo abrir. Como mis compañeros de juego me consideraban un retrasado, abandoné el bridge de una vez por todas. Y en cuanto al ajedrez, una vez gané contra un chico de mi edad que era un jugador destacado, y lo hice de una manera que le sorprendió. Fue una hazaña que nunca más repetiría. Creo que fue una situación parecida a la que contó Napoleón, que decía que en el campo de batalla el enemigo más peligroso puede ser tanto un genio de la estrategia como un completo cretino, pues a menudo el cretino juega con ventaja porque sus movimientos son impredecibles.


(Wysoki Zamek, pág. 75)



Después de la ocupación de Lvov por el ejército soviético intentó ingresar en la escuela politécnica superior pero fue inadmitido debido a su procedencia burguesa. Gracias a las influencias de su padre en 1939 ingresó en la Academia Médica de Lvov, sin entusiasmo, aunque era la única forma de evitar el servicio militar en el Ejército Rojo:

Un día, después de la época de exámenes, en un atardecer de verano, nos convocaron a la calle Mickiewicza, a una casa de gente adinerada cuyos habitantes sin duda se habían llevado. Todos los muebles eran preciosos, blancos, de estilo imperial. Nos encerraron en una sala enorme, donde estuvimos sentados sin tener ni idea de qué se trataba. Nos llamaban uno por uno, y los que entraban ya no volvían a aparecer. Cuando llegó mi turno, resultó que me daban la oportunidad de ingresar en Komsmol. Les dije que esto era mi sueño desde hace mucho tiempo, pero que aún no estaba preparado y que me tenía que formar bien. Empezaron a explicarme que ya me formarín en la organización, pero me empeñé en que todavía tenía que madurar.

(Tako rzecze… Lem, pág. 18)



La ocupación alemana de Lvov la pasó trabajando como mecánico y soldador en los garajes de una empresa de recuperación de materias. En 1944 la ciudad fue tomada otra vez por el ejército soviético:

Cuando durante las luchas por Lvov estábamos todos metidos en el sótano, de repente me entraron ganas de tomarme una sopa fría que estaba en la cocina, en una jarra. Subí heroicamente a la casa. Me acuerdo de que tenía un tazón de porcelana con asa. En el momento en el que saqué la sopa, de repente se puso todo blanco y oí un estrépito tan fuerte que perdí el sentido del oído. Como supe después, junto a nuestra casa del lado de la calle estacionaban los tanques rusos y un avión alemán les lanzó bombas antitanque. La metralla llegó hasta la pared interior de la cocina; si hubiera estado un metro más hacia allá, habría muerto. Del tazón solamente me quedó el asa en al dedo, en los hombros tenía el marco de la ventana de la cocina, en la frente una mancha de sangre, porque el cristal al caer de la ventana me había llenado de cortaduras. Perdí apetito por la sopa … y ensangrentado volví al sótano.

(Świat na krawędzi, pág. 46)


En el año 1946, en el marco de la acción de repatriación, los Lem se ven obligados a abandonar Lvov y se trasladan a Cracovia:

ImageMis padres, sobre todo mi padre, creían tanto en los aliados que iban a reconquistar Lvov para Polonia que estuvimos esperando demasiado tiempo. Nos fuimos cuando nos dijeron: os vais a Polonia o tomad los pasaportes soviéticos. Malvendimos los muebles – mis padres consiguieron por ellos unos seiscientos rublos – y metimos todos nuestros bienes en cajas. En las mías escribí con letras grandes: LEM. Mi padre quería que añadiera también el nombre pero le expliqué que era un apellido muy raro y que no había otro Lem en Lvov. Llegamos a la estación, metimos nuestras cosas en el vagón de mercancías, y vimos al lado una pirámide de cajas marcadas: Wladyslaw LEM. Era otra familia, desconocida, de Łyczaków.

(Świat na krawędzi, pág. 52)



En Cracovia, donde continúa los estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Jaguellónica, publica sus primeras obras en revistas:

ImageMi situación financiera no era la mejor que uno se podía imaginar y por eso hacía algo que hoy puede parecer ridículo, o sea (gracias a Wiśka Szymborska) escribía versecillos a "Kocynder Śląski" Érase un criminal que quería hacer mal... Todo el dinero que me daban por estas rimas o por relatos para "Tygodnik Powszechny" lo llevaba en seguida a la casa de mis padres en la calle Śląska. Allí teníamos una cajita inglesa de tabaco donde metía el dinero. Esto era la hucha común. Éramos tan pobres que cuando una vez en el mercadillo me compré por cuatrocientos zlotys un kilo de manzanas reineta que me gustaban tanto, me pareció un crimen. Lo recuerdo hasta hoy. Una vez ― la única en aquellos tiempos ― llevé en taxi a mi futura esposa de la calle Sarego a Śląska, cruzando la plaza al lado de la iglesia de santa Bárbara. Tuve la sensación de ir en un carro triunfal. El gasto fue increíble. Fue una época difícil para mí pero cuando uno tiene veinticinco años y algo de optimismo por naturaleza, parece que aún se puede tirar.

(Tako rzecze… Lem, pág. 41)



El momento crítico en su desarrollo intelectual fue el trabajo (en los años 1948-1950) de asistente junior en el Seminario Científico llevado por el doctor Mieczysław Choynowski:

ImageAl principio mi trabajo en dicho Seminario Científico consistía en llevar libros en paquetes. Choynowski, poseedor de extraordinarias habilidades de organización, se dirigía a universidades americanas y canadienses para que nos socorrieran intelectualmente, dado que después de la ocupación estábamos terriblemente despojados. Por fin los libros empezaron a llegar. Escogía los mejores ― Cibernética de Norbert Wiener, Teoría de la información de Shannon ― y con el diccionario en la mano los machacaba por las noches. En aquel entonces estaba fuerte como un mulo, o incluso dos.

(Świat na krawędzi, pág.57)



En 1949 obtuvo el certificado de finalización de estudios pero decidió no presentarse a los exámenes finales para evitar la asignación vitalicia de médico militar. Debutó en el año 1946 con el relato Człowiek z Marsa (Hombre del Marte), editado por fascículos en "Nowy Świat Przygód".

Escribía poemas y relatos, publicados, entre otros en las revistas "Tygodnik Powszechny", "Żołnierz Polski" y "Kuźnica". En el 1948 empieza a escribir su primera novela, El Hospital de la Transfiguración, que por motivos de censura no se publicó hasta ocho años más tarde:

ImageAsí empezaron mis peregrinaciones a la capital, pero no sirvieron para mucho. Al autor de la reseña crítica interna – sé quién era, pero no lo diré – escribió que la novela era un retroceso, ideológicamente falsa y que haría falta un contrapeso. Me puse a añadir este contrapeso, haciendo de mis amigos de Lvov en guerra unos comunistas terribles, aunque con el comunismo no tenían nada que ver. Tampoco ayudó. El Hospital, junto con fragmentos añadidos fue editado bajo el título de Czas nieutracony (Tiempo imperdido) pasados siete años, en 1955, en la editorial Wydawnictwo Literackie. Hasta me dieron por él el Premio de la Ciudad de Cracovia.

(Świat na krawędzi, pág. 57)



Encontrándose en una situación financiera difícil, expulsado de la Asociación de Literatos y sin la carrera terminada, opta por escribir para ganarse la vida la novela Astronauci (Astronautas), editada en 1951:

ImageLa historia de los Astronautas empezó en un inocente paseo. Estaba en Zakopane, en "Astoria", e hice una excursión con un señor gordo del cual no sabía que era Jerzy Pański, el jefe de entonces de la editorial "Czytelnik". Hablábamos de que en Polonia faltaban novelas de ciencia ficción. Me preguntó: ― ¿No quiere escribir una? ― Respondí: ― ¡Por qué no! ― y al cabo de unas semanas me llega el contrato, solo falta poner el título. Puse: Astronautas, aunque no sabía aún de qué iba a ser el libro. Cuando los Astronautas salieron en prensa, Zofia Woźnicka, a la que Dąbrowska le predecía un futuro extraordinario como escritora, me destruyó totalmente, alegando la falta de sentimiento de clase. Después de esto Słonimski se burlaba de ella suavemente explicando que si en el cosmos existiera la lucha de clases, tendría que existir el Partido Comunista de Venus que nunca habría permitido que se invadiera la Tierra. Luego atacaba Grzeniewski, en diálogo; en general el diálogo sirve para presentar dos posiciones opuestas, pero esto era un diálogo doblemente negativo. Me dieron una buena paliza…

(Świat na krawędzi, pág. 64)



En 1954 se casó con Barbara Leśniak, médico radiólogo:

ImageEste mismo año, 1954, en febrero, nos casamos por la iglesia en la iglesia de los San Pedro y San Pablo. Hacía un frío descomunal, cuando repetíamos las palabras de la promesa casi nos castañeteaban los dientes. Intercambiamos las alianzas, mi esposa perdió la suya en seguida, compramos otra y luego encontramos la primera haciendo la cama. Desde entonces tenemos tres. Por un tiempo fui un marido viajante en tranvía, de la calle Śląska a Sarego, donde mi esposa vivía con su hermana. Me acuerdo de este edificio, sobre todo del portal que llevaba del vestíbulo a la escalera, parecido a un armario. En este armario llegamos a la conclusión de que nos íbamos a casar.

(Świat na krawędzi, pág. 61)



El éxito inesperado de los Astronautas incita al escritor a escribir más libros de ciencia ficción que le convierten en uno de los mayores escritores en la historia de la ciencia ficción. Sus obras se pueden dividir en dos categorías.

  1. Edén (1959), Retorno de las estrellas (1961), Solaris (1961), El Invencible (1964), La voz de su amo (1968), Relatos del piloto Pirx (1968) son obras escritas en un tono serio que siguen el modelo clásico de ciencia ficción, redefinido, ampliado y llevado a la perfección por el autor.
  2. Obras de tonalidad grotesca, de apariencia chistosa, frecuentemente formas literarias tradicionales estilizadas (cuento, diario, épica caballeresca, cuento filosófico): Diarios de las estrellas (1957), Memorias encontradas en una bañera (1961), Ciberíada (1965), Regreso a Entia (1982), Pokój na Ziemi (Paz en la Tierra) (1987).
ImageAstronautas salieron en Alemania Oriental con el título Der Planet des Todes. Obłok Magellana (La nube de Magallanes) llevaba allí el título rarísimo de Gast im Weltraum (Huésped del Cosmos), pero tuvo ocho o nueve ediciones, además masivas. Cogía del banco fajos gordos de marcos orientales, subía al metro, me iba a Berlín Occidental, allí los cambiaba por marcos occidentales ― tres por uno ― y me volvía loco comprando diferentes cosas, sobre todo para mi mujer. Quien me incitó a esta locura fue uno de los miembros de la Asociación de Literatos de Varsovia. Hoy se llama Marcel Reich-Ranicki y vive en Alemania. Al principio tenía algo de miedo. Cuando nos bajamos del metro y vi a los policías de Alemania Occidental con sus abrigos largos y blancos, tenía la sensación de tener escrito en la frente: " ¡El de la estrella roja!", y de que en seguida estos policías se lanzarían a perseguirme.

(Świat na krawędzi, pág. 72)


En la frontera entre la novela de ciencia ficción y la policíaca se sitúa La investigación, publicada en 1959, una especie de negativo de un romance detectivesco. En el año 1976 se publica La fiebre del heno, que el mismo autor define como una versión mejorada y más verosímil de La investigación. El escritor describe los años de su infancia en Lvov en su novela autobiográfica El castillo alto (1966). Paralelamente a la narrativa, Lem se dedica también a la prosa discursiva: Dialogi (1957), Summa Technologiae (1964), Filozofia przypadku (1968), Fantastyka i futurologia (1970), Mój pogląd na literaturę.

A inicios de los años setenta se publican dos tomos de esbozos literarios sobre libros inexistentes (El perfecto vacío y Un valor imaginario), completados más adelante por la posterior Provocación (1984) y Biblioteca del siglo XXI (1986): todas estas obras fueron publicadas en el tomo Biblioteca del siglo XXI. Como expresión del reconocimiento internacional lo galardonaron en el año 1973 con el estatus de miembro de honor de Science Fiction Writers of America (¡pronto se lo quitaron debido a su crítica del nivel intelectual de la literatura de ciencia ficción americana!). En 1982, medio año después de la proclamación del estado de excepción, Lem abandona Polonia. Estudia en Berlín con la beca Wissenschaftskolleg, luego en Viena. Vuelve a su país a finales de 1988.

ImageEscribí entonces, en primer lugar, las tres partes de Biblioteca del siglo XXI, en segundo lugar, Pokój na Ziemi , en tercer lugar empecé a escribir Fiasco . Iba a pasear a los museos cercanos. Tenían allí las mejores pinturas de Cranach, mientras que en Antropologisches Museum había un barco construido por los indígenas de Oceanía, todo de madera, sin una pieza de metal. Ya no sabía qué era mejor, si las obras de Cranach o este arte primitivo. La única cosa pésima era la mensa academica de nuestro Instituto. Nos deducían del importe de la beca unos cuantos marcos diarios para la peor cocina en todo Berlín. Sospechábamos que en algún lugar de Alemania había una caldera desde la cual se distribuía por tubería la salsa para el asado… Las espinacas se preparaban allí echando al agua hirviendo manojos enteros de hojas. No soy muy tacaño, pero tampoco me gusta perder el dinero; no obstante, prefería perder estos trece marcos e ir a comer por mi propia cuenta a un restaurante italiano.

(Świat na krawędzi, pág. 83-84)


En los años noventa Lem se dedica a desarrollar pronósticos futurológicos. Colabora con el semanal "Tygodnik Powszechny", la revista literaria "Odra" (ciclo de artículos bajo el título de "Rozważania Sylwiczne": Sex Wars ) y la edición polaca de "PC Magazine" (artículos de esta revista se publicaron en el libro Moloch).

Image Me irrita el mal y la estupidez. El mal nace de la estupidez y la estupidez se alimenta del mal. La televisión está llena de violencia y hace del mal una cosa cotidiana. Gracias a la tecnología se refuerza el anonimato del crimen. Internet facilita hacer mal al prójimo. Hace poco leí sobre un joven que desde el cuartucho de un hotel intentó, casi con éxito, dominar el ordenador general de un portaaviones americano. Si lo hubiera escrito hace treinta años todos habrían dicho que estaba loco. Hoy esta paradoja cabe en los límites de lo posible. La historia de la humanidad no es más que un tic en el reloj geológico. Vivimos en un ritmo de aceleración increíble. Nos encontramos en la situación de un hombre que ha saltado del tejado de un rascacielos de cincuenta pisos y ahora se encuentra a la altura del piso treinta. Alguien se asoma y pregunta: "¿Qué tal?", y el que cae responde: "de momento todo bien". No nos damos cuenta de esta enorme velocidad que nos domina. Teniendo la tecnología cada vez más fuerte, cada vez controlamos menos la dirección en la que va.

(Tako rzecze… Lem, pág. 562)

Los últimos años de su vida los pasa en Cracovia, en su casa en el barrio Kliny, comentando los acontecimientos políticos y científicos y disfrutando de la merecida autoridad de uno de los mayores pensadores contemporáneos. Desafortunadamente, no va muy bien de salud, y todavía en los tiempos de su estancia en Viena en los años ochenta se sometió a varias operaciones serias. En una edad avanzada, además de problemas de circulación, enfermó de diabetes, lo que para un amante de los turrones y mazapanes fue una desgracia. Pocas semanas antes de morir fue ingresado en el hospital con síntomas de insuficiencia renal y neumonía. Murió el 27 de marzo de 2006 en el hospital clínico Collegium Medicum UJ en Cracovia antes de cumplir 85 años. Siguiendo su última voluntad, la urna con sus cenizas fue depositada el 4 de abril de 2006 en el Cementerio Salwatorski de Cracovia.