La fiebre del heno

La fiebre del heno

La fiebre del heno es una novela cuasi detectivesca. Se trata de resolver el enigma de una serie de muertes misteriosas que padecen los clientes de un balneario de Nápoles. El protagonista de la novela, un cosmonauta americano jubilado anticipadamente debido a problemas de alergia, intenta resolver el misterio. Se implica en muchas aventuras extraordinarias, pero al final resulta que la más importante es la aventura de una mente activa que tiene que encontrar su camino en el caos de miles de acontecimientos del mundo contemporáneo.

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Stanislaw Lem 1921 - 2006

image Stanisław Lem es un erudito y un virtuoso de la estilización; su creación se puede calificar como la de un genio. Las obras, equipadas con un fondo científico elaborado, conducen al lector a un laberinto interminable de géneros y estilizaciones. Al igual que los héroes solitarios de Lem, sus novelas se distancian de las pasiones y preocupaciones del día a día. Testimonian un intelecto elevado muy por encima de las posibilidades del individuo; una mente a veces maliciosa, otras veces llena de humor, sorprendente, bondadosa y escéptica, que aterra al lector al tiempo que invariablemente le sirve una paradoja. Su imaginación es tan poderosa y original que el mundo creado siempre se muestra verosímil y tangible. Leed a Lem: es un gran escritor y una de las mentes más poderosas de nuestros tiempos.

"The New York Times Review of Books"

Stanislaw Lem

EnCiberíada el paradigma tomado par excelencia de la ciencia física se combate con malicia y bromas. Esta actitud se puede apreciar bien en el relato Los dragones de la probabilidad, donde se introduce el paradigma de mecánica cuántica.

Dragones existentes, dragones probables, dragones virtuales. Son todo juegos en torno a las nociones de la física contemporánea que establece que no existe el concepto de “nada” (en el sentido del “vacío”) porque éste está lleno de partículas virtuales. Es una obra que siempre les ha encantado a los físicos teóricos. Un físico polaco tradujo, como pudo, este relato al inglés – eran años en los que todavía no se habían hecho traducciones de mis obras en Europa Occidental – solamente para enseñárselo a sus colegas de profesión en el extranjero.