Congreso de futurologia

Congreso de futurologia

Congreso de futurología es una de las aventuras de Ijon Tichy contadas con más chispa. Tichy, invitado a una reunión de futurólogos organizada en una república latinoamericana revolucionaria, al final se ve trasladado a un mundo donde en un enredo grotesco se han cumplido a la vez dos versiones del futuro, la utópica y la antiutópica. La burla de la futurología tiene de fondo – como siempre en el caso de Lem – una reflexión seria sobre la tendencia del ser humano a desentenderse de la realidad.

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Stanislaw Lem 1921 - 2006

image Stanisław Lem es un erudito y un virtuoso de la estilización; su creación se puede calificar como la de un genio. Las obras, equipadas con un fondo científico elaborado, conducen al lector a un laberinto interminable de géneros y estilizaciones. Al igual que los héroes solitarios de Lem, sus novelas se distancian de las pasiones y preocupaciones del día a día. Testimonian un intelecto elevado muy por encima de las posibilidades del individuo; una mente a veces maliciosa, otras veces llena de humor, sorprendente, bondadosa y escéptica, que aterra al lector al tiempo que invariablemente le sirve una paradoja. Su imaginación es tan poderosa y original que el mundo creado siempre se muestra verosímil y tangible. Leed a Lem: es un gran escritor y una de las mentes más poderosas de nuestros tiempos.

"The New York Times Review of Books"

A día de hoy mantengo la opinión de que mis primeras novelas de ciencia ficción carecen de valor y calidad (a pesar de numerosas ediciones y la fama internacional que me han proporcionado).  Las escribí, como es el caso de Astronauci, editado en el año 1951, por motivos que comprendo a día de hoy, a pesar de que el mundo descrito en ellas va en contra de todas mis experiencias vitales.

Es todo muy sencillo y de proporciones muy equilibradas. Aparece un ruso dulce y un chino azucarado. Es pura ingenuidad lo que hay en este libro. Qué infantil pensar que en el año dos mil habría un mundo tan bello y magnífico… Cuando escribí este libro era todavía muy joven y era como una esponja que absorbía todas las ideas que me proporcionaban. No hacía más que positivizar continuamente el mundo. En cierto sentido me engañé a mí mismo, porque escribí este libro por motivos honestos y dignos. Hoy no hace más que dejarme un mal sabor de boca.