Memorias encontradas en una bañera

Memorias encontradas en una bañera

Memorias encontradas en una bañera es uno de los libros más enigmáticos de Lem. En apariencia es una sátira divertida del mundo de agentes secretos a día de hoy, lleno de traición y deslealtad, mientras que en realidad es un texto cifrado, como todos los textos en el mundo de espías. Un lector atento descubrirá una crítica del estado totalitario, pero también una parábola sobre la condición del hombre perdido en el cosmos de señales fabricadas por la sociedad, la cultura, la literatura, el mundo físico y la biología. De esta forma lo grotesco y la burla se convierten imperceptiblemente en filosofía.

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Stanislaw Lem 1921 - 2006

image Stanisław Lem es un erudito y un virtuoso de la estilización; su creación se puede calificar como la de un genio. Las obras, equipadas con un fondo científico elaborado, conducen al lector a un laberinto interminable de géneros y estilizaciones. Al igual que los héroes solitarios de Lem, sus novelas se distancian de las pasiones y preocupaciones del día a día. Testimonian un intelecto elevado muy por encima de las posibilidades del individuo; una mente a veces maliciosa, otras veces llena de humor, sorprendente, bondadosa y escéptica, que aterra al lector al tiempo que invariablemente le sirve una paradoja. Su imaginación es tan poderosa y original que el mundo creado siempre se muestra verosímil y tangible. Leed a Lem: es un gran escritor y una de las mentes más poderosas de nuestros tiempos.

"The New York Times Review of Books"

Stanislaw LemLo que sucedió fue que en la primera edición de Summa, el último capítulo concernía el futuro del arte en el siglo de la explosión tecnológica. Expuse allí, totalmente convencido, que la misma proliferación de obras en todos los campos de la literatura, música y artes plásticas, implica un factor destructivo, porque si tenemos miles de Shakespeare, nadie lo es. Esta afirmación se topó con una crítica muy severa de Leszek Kołakowski. Entablé con él una polémica en alemán, pero fue catorce años después, cuando muchas partes de este libro ya dejaron de ser fantásticas, sobre todo los fragmentos relativos a la ingeniería genética.

Desafortunadamente, su negación rotunda me desanimó tanto, que borré este capítulo de las siguientes ediciones. Hoy veo que tenía bastante razón. Cuando últimamente en Frankfurt se celebró la feria del libro en la que sesenta y cuatro mil editoriales presentaron doscientos ochenta y ocho mil publicaciones nuevas, alguien calculó que si durante el tiempo de apertura de la exposición uno quisiera ver todos estos libros, a cada uno le correspondería cuatro décimas de segundo. Leer esto a lo largo de una vida humana resultaría totalmente imposible. Hay aquí cierta tendencia a la autoamenaza, porque ya no hacen falta intervenciones políticas ni censura, dado que el arte emitido en tanto volumen y cantidad se somete a una especie de inflación fatal.